LECTURA DE JOHN CAGE OCTAVIO PAZ

Alfonso Arana. Mater dolorosa. Óleo s/tela. 1977. 97×130. Colección Museos Ralli. www.museoralli.es

Manuel Ulacia:

“¿Por qué no has escrito sobre la música y los músicos?

Octavio Paz:

No me he sentido competente. En algún escrito he dado las razones.
Pueden reducirse a una: a pesar de que la música es un arte temporal, como la poesía, su código es totalmente distinto y mucho más riguroso que los de la pintura y la poesía. Lo mismo me ocurre con la arquitectura (…) La arquitectura es tiempo petrificado, música hecha piedra.”[1]

Los seis años que Octavio Paz residió como Embajador de México en la India, de 1962 a 1968, representaron una época trascendental que denominó su segundo nacimiento, introduciendo en su propio ser todo lo que la India representaba: su historia, sus paisajes, su filosofía, su cultura, literatura, música… llegando a convertir su hogar en un punto de encuentro de artistas y pensadores de diferentes nacionalidades. El poema Lectura de John Cage pertenece a este lapso de tiempo. Para alcanzar la comprensión del mismo, es conveniente hacer un pequeño recorrido espacio-temporal dentro de este periodo, en el que se exponen las esencias del germen y contenido filosófico-poético-musical de la obra:

1964          Octavio Paz conoció al compositor estadounidense John Cage cuando la compañía de danza del bailarín y coreógrafo Merce Cunningham, de la que Cage era director musical, actuó en Nueva Delhi como parte de una gira mundial, forjándose, desde ese momento, una profunda amistad entre ambos. En correspondencia con Norman O. Brown y Beth Brown, Cage les escribió: “Cuando estuve en la India (¡alabado sea ese país!), conocí a una pareja espléndida, no casados pero enamorados, el embajador de México en la India y su adorable compañera corsa. Octavio Paz, según algunos, el mejor poeta de México (…) una vez que los conocí, no quería pasar ni una hora sin estar con ellos excepto, claro, las de la noche.”[2]

El compositor había estado en contacto con el Budismo Zen, de hecho, dejó escrito: “Dudo que sin mi relación con el Zen hubiese hecho lo que he hecho.”[3]Entre otras sensibilidades, Cage y Paz compartían el interés por el libro de los cambios I Ching. John Cage lo utilizó como método compositivo desde que el compositor Cristian Wolff le regaló un ejemplar en 1950. Su sistema, llamado operaciones de azar, se elabora a partir de las consultas al hexagrama, en un propósito de dejar que los sonidos sean ellos mismos e imitar a la naturaleza. Para Octavio Paz, él mismo explica que el I Ching: “Más que un lenguaje es un modo de operación del lenguaje, un ars combinatoria. Constituido por dos signos básicos, sus componentes reproducen cambios en el universo (…) Vi en el I Ching una imagen del movimiento de rotación de la naturaleza. Asimismo, me pareció que no sólo era un guía ético sino, de modo implícito, un tratado de estética, incluso, una erótica que mostraba las distintas uniones y separaciones delos dos polos: luz y sombra, lo masculino y lo femenino, lo pleno y lo vacío… en fin, el yin y el yang.”[4]

1966        Un sábado, tras dos años de amistad, seis amigos entre los que se encontraban el arquitecto Buck minster Fuller, Octavio Paz, su mujer Marie José Tramini y John Cage, se reunieron en un pequeño restaurante a orillas del río Hudson, al norte de New burgh y acordaron reencontrarse un año después en México. Ahí fue donde y cuando Octavio Paz emitió la frase “de este lunes que sigue en un año”, que John Cage tomaría como título de su segundo libro, titulado en inglés A year from Monday.

1967          Año de la publicación de la primera edición de A year from Monday, en cuya dedicatoria escribe: “a nosotros -los norteamericanos- y a los que nos odian, para que Estados Unidos llegue a ser simplemente otra parte del mundo, ni más ni menos”. Cage tenía anotado en su agenda el encuentro programado el año anterior para el cinco de junio, pero no llegó a llevarse a cabo, por problemas de agenda.

Octavio Paz encontró en John Cage un equivalente a Marcel Duchamp en la pintura. De este último decía sentir una doble fascinación “afectiva e intelectual: su obra es un problema y un misterio”[5]. En la entrevista que Manuel Ulacia realizó a Octavio Paz, en octubre de 1989, se generó entre ellos un interesante diálogo respecto al compositor:

“M.U.: ¿Crees en la reencarnación?

         O.P.: Creo en la música.

M.U.: Entre los poemas de Ladera este con tema musical hay uno dedicado a John Cage. ¿Te parece un gran músico?

         O.P.: Si le hicieses a él la pregunta, te contestaría con otra: ¿qué es música?

M.U.: Pero yo te pregunto a ti.

         O.P.: Y yo no sé qué decirte.

M.U.: Te contesto y me contesto, con algunos versos de tu poema a Cage: “El silencio es la idea fija de la música/ La música no es una idea/ es movimiento/ sonidos caminando sobre el silencio…”

O.P.: ¡Touché! Sí, el silencio es (a veces) música, pero la música no es el silencio, tiende al silencio. No sé si me importa saber si John Cage es un gran músico. Sé que es un poeta, un sabio y un clown, como aquellos viejos maestros taoístas y budistas de China y de Japón. Un inventor de Chascarrillos sublimes, un equilibrista que danza sobre la cuerda floja del non sense”.[6]

1968;          Año de creación del poema Lectura de John Cage, pertenece al libro Ladera Este, escrito durante los seis años en los que estuvo destinado en la India. En el prólogo de la obra, Paz confiesa: “En estos poemas procuré expresar las impresiones, observaciones, emociones y sentimientos de un poeta de lengua española ante un mundo o, más bien, mundos desconocidos: paisajes, sociedades, historia, arte, pensamiento. Mundos de afuera y también de adentro: mi vida misma, con mis pasiones, obsesiones, titubeos y sentimientos. Viajes en el espacio exterior y en el interior, realidades que vemos alternativamente con los ojos abiertos y con los ojos cerrados. Paisajes nunca vistos y paisajes siempre vistos: la extrañeza de la India se fundió con mi propia extrañeza, es decir, con mi vida.”[7]

         Específicamente en el poema Lectura de John Cage, tanto la grafía, los diferentes idiomas, como la ordenación del texto en la estructura del espacio, están tratados cuidadosamente, creando un poema verbal, visual y sonoro en sus silencios. Octavio Paz explicó su proceso de escritura: “Escribí un poema sobre mi amigo John Cage usando el I Ching: lanzaba las monedas que me llevaban a un signo; abría un libro de John (Silence) y, guiado por el signo, escogía una frase o dos de la página. Al final, la conciencia crítica: el fragmento copiado era una suerte de pausa e inmediatamente yo escribía, a la manera de una estrofa, otras dos o tres frases. Colaboración entre el azar y la voluntad creadora. Control del azar, pero asimismo perturbación del cálculo. El resultado -más allá de toda apreciación estética- fue sorprendente.”[8]Las frases escogidas son, más concretamente, tanto del libro Silence como de A year from Monday, incluyendo la dedicatoria y el título de este último.

         Un nuevo concepto de silencio es el hilo vertebrador del poema. Es necesario asimilar la explicación que Cage aporta sobre la No existencia del silencio, la imposibilidad de escucharlo. Lo esclarece en su libro Silencio, haciendo referencia a la experiencia que vivió en una cámara sorda, también llamada anecoica. Ésta está diseñada de tal modo que aísla totalmente a quien está en su interior del ruido o sonido externo. Es una sala totalmente insonorizada en paredes, suelo y techo, en la que una vez dentro, con las puertas cerradas, estando en lo que tradicionalmente llamamos silencio, no se percibe absolutamente nada del exterior: “Entramos en una cámara sorda, tan silenciosa como es tecnológicamente posible en 1951, para descubrir que oímos dos sonidos que producimos involuntariamente (el funcionamiento sistemático de los nervios, la circulación de la sangre), la situación en la que claramente estamos no es objetiva (sonido-silencio), sino bastante subjetiva (solamente sonidos), unos voluntarios y otros (normalmente llamados silencios) involuntarios. Si, en este punto, decimos “¡Sí! Yo no discrimino entre intención y no intención, la dicotomía, sujeto-objeto, arte-vida, etc., desaparece.”[9]

Para Cage, cualquier sonido, voluntario o involuntario, es música en sí mismo, por lo que esta revelación le llevó a determinar que este nuevo concepto de silencio cobra automáticamente el significado de música. “Porque en esta nueva música nada sucede excepto sonidos: los que están sobre la partitura y los que no. Los que no lo están aparecen en la música escrita como silencios, abriendo así las puertas de la música a los sonidos del ambiente”.[10]De ahí su obra llamada 4´33´¨en la que pone en acción la “nueva música: nueva actitud al escuchar. (…) Simplemente prestar atención a la actividad de los sonidos”.[11]Esto queda definido en versos como: “El silencio es una idea fija, la idea fija de la música/la música no es una idea: es movimiento, sonidos caminando sobre el silencio”.

         Es esencial vislumbrar la identidad del Ser reflejada en el No ser: “Silencio es música, música no es silencio”, equiparándolo a “Nirvana es samsara, samsara no es nirvana”. La música no es silencio pues se compone tanto de sonidos voluntarios como involuntarios; samsara es el camino para llegar al nirvana, pero no es el nirvana en sí mismo. Los versos “Enel silencio de mi cuarto/ el rumor de mi cuerpo: inaudito”, profundizan en la sensación vivida en la cámara anecoica, aludiendo a los sonidos involuntarios de los sistemas circulatorio y nervioso y conecta con el verso “Mi cuerpo oye al de mi mujer (a cable ofsound)/ y le responde: esto se llama música”, el cual contiene la misma esencia y la acción poética de verse en el otro. Esta idea de otredad, ver y oír dentro/fuera, que al mismo tiempo es esto y lo otro, se halla en los versos: “oigo adentro lo que veo fuera/ veo dentro lo que oigo afuera”. Octavio Paz y el doctor en filosofía, teología y química Raimundo Panikkar, en un profundo diálogo en una entrevista televisada, llamada Conversaciones con Octavio Paz, oriente y Occidente, La India, incidieron en la influencia de la filosofía india en la poesía de Paz, donde el Ser se encuentra en el reconocimiento de lo Otroel No Ser-, y donde la propia identidad unifica, incluso, los opuestos:

“O.P.: ¿Qué había yo obtenido en la India? La gran confirmación de la posibilidad de ser al mismo tiempo esto y lo otro.

R.P.: El pensamiento occidental está basado en la primacía del principio de la contradicción, siendo así que el pensar de la india está basado en la primacía del principio de identidad: para saber lo que una cosa es, aquí se dice (gesticula señalando junto a un objeto que ejemplifica la cosa que es) lo que no es.

O.P.: La poesía es sobre todo imagen y en la imagen poética, el esto y el aquello, el sí y el no se juntan, de modo que, cuando empecé a leer el pensamiento tradicional de la india, también al chino, me di cuenta que había una indudable relación entre este tipo de aproximación ante la realidad y la aproximación poética.”[12]

         Por otro lado, Paz hace referencia a una identidad entre el tiempo y el espacio, la música y la arquitectura, en los versos: “Soy una arquitectura sonora de sonidos instantáneos en un tiempo que se desintegra”. Desintegración que Paz explicaría en la entrevista con Ulacia: “Pero la realidad, la presencia, está sometida a las leyes grotescas de la distensión de los tiempos y los espacios (…) La música disuelve al espacio en el tiempo y el tiempo es impalpable”.[13] Esta idea se complementa con la de John Cage: “Cada ahora es el tiempo, el espacio”.[14]Asimismo, el silencio como espacio musical y su correlación en la arquitectura quedan expresados en los versos: “La música inventa al silencio/ la arquitectura inventa al espacio. Fábricas de aire.

            A modo de dedicatoria, entre los versos finales escribe: “Entre el silencio y la música, el arte y la vida, la nieve y el sol hay un hombre./ Ese hombre es John Cage”. Y un poco después añade refiriendo a su intento de encuentro en México y título del segundo libro Cage: “Dice una palabra: no nieve, no sol,/ una palabra que no es silencio:/ A year from Monday you will hear it”.

Sólo queda añadir unas palabras que John Cage plasmó en su libro Silencio: No hay que temer a estos silencios -podemos amarlos”.[15]


Bibliografía:

Cage, John (2021). Escribir en el agua. Cartas (1930-1992). Buenos aires, Caja negra

Cage, John (2007). Silencio. Madrid, Ardora

Paz, Octavio (1996).Ladera Este, seguido de Hacia el comienzo y Blanco. Barcelona, Círculo de Lectores

Ulacia, Manuel (1989). Octavio Paz, Poesía, pintura, música, etcétera. Conversación con Manuel Ulacia.https://letraslibres.com/vuelta/poesia-pintura-musica-etcetera-entrevista-con-manuel-ulacia/

Kwon Tae, Joung (1995). I Ching y creación poética, entrevista a Octavio Paz. https://letraslibres.com/wp-content/uploads/2016/05/Vuelta-Vol19_229_03IChngCPtOPz.pdf

© Silvia Olivero Anarte


[1]Ulacia, 1989: 18-19

[2] Cage, 2021: 26-27

[3] Cage, 2007: XI

[4] Kwon, 1995: 14

[5]Ulacia, 1989: 18

[6]Ulacia, 1989:  19

[7] Paz, 1996: 6

[8] Kwon, 1995: 18

[9] Cage, 2007:  13-14

[10]Íbid: 7-8

[11]Íbid: 10

[12]https://www.youtube.com/watch?v=tPxwb5krUEo  Min. 13´20´´

[13]Ulacia, 1989: 18-19

[14] Cage, 2007:  97

[15]Íbid 109-110

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