Claudio Rodríguez Fer
Director de la Cátedra José Ángel Valente de Poesía y Estética
Universidad de Santiago de Compostela
Es obvio que Octavio Paz y José Ángel Valente tienen, por sí mismos y en sus respectivos medios culturales, muchos puntos en común: ambos vivieron y trabajaron buena parte de su vida adulta fuera de sus países natales; ambos fueron, preferentemente, poetas y ensayistas; ambos ejercieron la crítica, distantes de las agrupaciones generacionales, con rigor y con radicalidad; ambos cultivaron, como recreación y apropiación, la traducción poética; ambos trascendieron sus ámbitos estatales para entender la literatura en español como un todo hispánico; ambos promovieron como antólogos selecciones poéticas panhispánicas.
Sabemos también lo que pensaban el uno del otro a través de diferentes publicaciones. Octavio Paz dejó explícita constancia de su visión de Valente como “extraordinario poeta” precisamente en cartas a su corresponsal y analista catalán Pere Gimferrer, a quien confiesa no encontrar contemporáneos en la poesía española con la excepción de tres: “Me parecen mis contemporáneos únicamente tres poetas: tú, Gil de Biedma y Valente, aunque me siento lejos de los dos últimos”[1].
Valente, que menciona en diversas ocasiones en sus ensayos al escritor mexicano de manera positiva, le dedicó un artículo a raíz de su muerte, en 1998, con el título de “El poeta o la perduración”, en el que dice: “Octavio Paz ha empezado a sobrevivirse. Su obra se sitúa en el eje central de la escritura hispánica del presente siglo”[2]. No obstante, en su Diario anónimo y otras declaraciones posteriores puso en evidencia algunos distanciamientos críticos con respecto al intelectual en cuestión.
Pero ello no impidió que durante años Paz y Valente se admiraran y tuvieran una fluida correspondencia. De hecho, en la biblioteca personal del segundo, custodiada en la Cátedra José Ángel Valente de Poesía y Estética que tengo la honra de dirigir en la Universidad de Santiago de Compostela, se conservan cuatro publicaciones del polígrafo mexicano que muestran la progresión del acercamiento integral entre ambos.
Así, mientras que en la separata Horas situadas de Jorge Guillén (1966) Paz escribe “A José Ángel Valente. Su lector. Octavio Paz”, en el libro poema Pasado en claro (1975) añade a ello una declaración de amistad: “Al poeta Ángel Valente. Su lector, su amigo, Octavio Paz”. Mas en la dedicatoria del ensayo Apariencia desnuda. La obra de Marcel Duchamp (1978) esta amistad se convierte ya en complicidad: “A José Ángel Valente. Su amigo, su lector, su compañero, Octavio Paz”. Y, finalmente, en la dedicatoria del poemario Vuelta (1976), se añade a lo dicho un más afectivo calor humano: “Al poeta José Ángel Valente, con profunda simpatía, su lector Octavio Paz”.
Precisamente, Valente acusó recibo de este libro en carta mecanografiada desde Collonges-sous-Salève (en la Alta Saboya francesa próxima a Ginebra), el 20 de junio de 1977, de la que se conserva copia en papel carbón en la Cátedra Valente: “De la revista Vuelta no he podido ver más que algún ejemplar traído por amigos mexicanos. Recibí, en cambio, Vuelta, su libro. Desde hace meses me acompaña en mi mesa, entre ese pequeño número de libros que uno retiene al lado porque no sólo exigen lectura sino cohabitación. Bien muestran los poemas de este libro el crecimiento y la poderosa maduración de su escritura, todo lo que hace hoy de usted un maestro de la palabra nuestra. Muy a lo vivo me han llegado los poemas de inmersión (subversión) en la historia. Desde hace tiempo he buscado el punto de fusión de la biografía personal y colectiva. Sólo así pude acercarme a esa área viscosa y más bien mísera de lo que entre nosotros se llamó poesía social”.
Según otra carta conservada en fotocopia en el mismo legado que la anterior y enviada también desde Collonges-sous-Salève el 7 de diciembre de 1978, Valente enviará a Paz varios poemas para la revista Vuelta y volverá a elogiarlo como poeta: “Le mando para Vuelta siete poemas inéditos de mi libro breve que lleva por título Material memoria y que editará pronto La Gaya Ciencia en Barcelona. Me pareció realmente muy hermoso poema su ‘Representación de los espejos’ que pude leer en Diálogos”. Además en la última carta de Valente a Paz de la que se tiene noticia, conservada en el mismo lugar también en fotocopia y enviada desde Ginebra el 3 de julio de 1981, le anuncia su próxima visita a México, le pide colaboración para un proyecto interartístico en favor de María Zambrano y le comunica su conocimiento de que su amigo Baruj Salinas le había entregado un ejemplar del poemario Tres lecciones de tinieblas, ilustrado por dicho pintor.
En el archivo de Valente se conservaron copiadas un total de tres cartas suyas a Paz[3] y los originales de otras seis de Paz a Valente. Estas últimas son las que se reproducen a continuación por orden cronológico. Las palabras subrayadas a mano y a máquina se convierten en cursiva y el resto tal como aparece, haciendo notar, en su caso, los desvíos de las normas de escritura establecidas, con la leve corrección de algún despiste (cerrar comillas, suprimir algún término repetido o cambiar la mayúscula por la minúscula en la tercera palabra del título Interior con figuras). Como Paz no entrecomilla casi nunca las cabeceras de sus revistas Plural y Vuelta y del diario Excélsior y nunca los títulos de los poemas de Valente, que cita en muchas ocasiones, se ha optado por añadir las comillas en todos estos casos para facilitar una más segura, coherente y cómoda lectura. Pero leamos ya a Octavio Paz.
1
[O.P. a J.A.V.]
[Carta manuscrita en una página]
A 25 de Abril de 1975
Señor José Ángel Valente,
Ginebra.
Querido amigo:
Conocía sus poemas –y admiraba a su autor. Gracias a nuestro amigo Pedro Gimferrer, acabo de leer su prólogo a Molinos– y ahora admiro también al ensayista lúcido y al prosista excepcional… Usted no necesita que yo se lo diga pero yo necesitaba decírselo.
Me gustaría que usted colaborase con cierta frecuencia en Plural. Nos hace falta. Puede enviarnos lo que quiera: poesía, ficción, ensayo, comentarios sobre la actualidad literaria o política…
Su amigo y lector
Octavio Paz
Lerma 143-601, México 5, D.F.
[Membrete impreso]
2
[O.P. a J.A.V.]
[Carta manuscrita en una página]
Cambridge, Mass., a 8 de Diciembre de 1975
Señor José Ángel Valente.
Querido amigo:
Recibí sus dos cartas hace unos días, reexpedidas por Plural. (Enseño en Harvard durante el Otoño y regreso a México a fines de Enero). Coincidimos: este número de Diciembre –aun no me ha llegado, por cierto– se abre precisamente con su traducción de Montale y con la nota de presentación de Enrique de Rivas.
Espero sus poemas. Los publicaremos inmediatamente. Desde hace tiempo Pedro Gimferrer nos había anunciado su envío. También las traducciones de Paul Celan –¿podría escribir usted una pequeña nota de presentación? ¿Sabe usted quién tiene los derechos?
La aventura de la Guía en La Habana –no tenga cuidado: no se hará un comentario público– no sólo es triste sino grotesca. ¡Molinos espiritista! Hay que comparar este incidente con las extravagantes ilusiones que muchos se hicieron con el socialismo cuartelesco de Cuba. ¿Qué pensar de la clase pensante de Occidente y de sus periódicas borracheras ideológicas? Pero no hay que ser demasiado severos: esos entusiasmos no son sino el reverso de nuestra desesperación y desaliento. Por eso Molinos puede ser actual guía de desengañados… De nuevo: espero sus poemas.*
Un abrazo
Octavio
*También me gustaría publicar algún texto suyo en prosa
[Valente anotó a mano en el margen lateral izquierdo la dirección de su corresponsal:
371 Harvard St. Ant 3 A
Cambridge, Mass. 02138
USA]
3
[O.P. a J.A.V.]
[Carta mecanografiada, de género circular, seguida de otra manuscrita, las dos en una página, a las que se adjuntó un dossier compuesto por el manifiesto “El caso de EXCÉLSIOR: declaración de PLURAL” y el artículo “La libertad como ficción” de Octavio Paz]
PLURAL
Lerma 143 – 601
México 5, D.F.
Señor Ángel Valente [sic]
Estimado amigo:
Suponemos que ya está usted enterado de los acontecimientos que culminaron en el alejamiento del Director de Excélsior y de un distinguido grupo de colaboradores de ese diario. Este cambio, que limita gravemente la pluralidad de opiniones en México y, por lo tanto, afecta a la libertad de expresión, no podía dejar indiferentes al Director y al Comité de Redacción de Plural. Consecuentes con los propósitos que desde su nacimiento inspiraron a la Revista, nos hemos retirado y hemos cesado toda colaboración con las personas que actualmente están al frente de Excélsior.
Estamos seguros de que usted, querido amigo, comprenderá y aprobará nuestra actitud. Asimismo, confiamos en que usted volverá a colaborar con nosotros si, como esperamos, en un futuro próximo continuamos la empresa de Plural, aunque ahora de manera independiente y con otro nombre. Ya lo pondremos al corriente de la evolución de este proyecto.
Le damos las gracias, una vez más, por la colaboración que usted tan generosamente prestó a Plural y lo saludamos cordialmente.
Octavio Paz
Querido amigo:
¡Tienen remedio nuestros países ¿o lo que nos queda a nosotros –la verdadera “inmensa minoría”– es el destierro interior o exterior?
Un abrazo de su lector que lo admira.
Octavio Paz
[Valente anotó a mano, en el margen lateral izquierdo, la datación aproximada
(fecha alrededor de julio 1976)]
El caso de EXCÉLSIOR: declaración de PLURAL
Ante los cambios ocurridos recientemente en Excélsior, los firmantes, miembros del Consejo de Redacción de Plural, declaran:
Plural nació hace cinco años con un propósito claro: ser un sitio de reunión de la imaginación creadora y del pensamiento crítico. En nuestra revista se han expresado las distintas tendencias artísticas y literarias de nuestro tiempo y se han debatido las ideas que hoy apasionan a los hombres. En sus páginas han sido descritas y denunciadas las realidades de nuestra época terrible, de Gulag a Chile. La realidad mexicana ha sido nuestra constante preocupación; apenas si es necesario recordar que, hasta el día de su muerte, fue colaborador nuestro uno de los críticos más lúcidos de nuestro pasado y de nuestro presente: Daniel Cosío Villegas. Aunque, como es natural, no siempre las opiniones de Plural han coincidido con las expresadas por Excélsior en sus editoriales, jamás se nos pidió que cambiásemos una idea, una orientación o un adjetivo. No podía ser de otro modo: sólo un periódico independiente como Excélsior, hecho y escrito por hombres libres, podía publicar una revista con vocación crítica como Plural. De ahí nuestra indignación ante la forma en que se ha procedido contra Excélsior y sus dirigentes. Es indudable que este ataque no ha tenido otro objeto que acabar con una isla de independencia crítica. ¿El monolitismo político quiere también convertirse en monolitismo ideológico? ¿Las poderosas burocracias políticas y económicas que nos rigen se proponen acallar las pocas voces libres que quedan en nuestro país?
La salida de Julio Scherer García, Hero Rodríguez Toro y un numeroso grupo de periodistas de Excélsior significa la transformación de ese diario en una bocina de amplificación de los aplausos y los elogios al poder y a los poderosos. Es imposible no interpretar lo sucedido como un signo de que avanza hacia México el crepúsculo que ya cubre casi toda nuestra América.
Octavio Paz, Gabriel Zaid, Juan García Ponce, Alejandro Rossi, Salvador Elizondo, Kasuya Sakai, José de la Colina, Tomás Segovia.
Como colaboradores de Plural se han adherido a esta declaración: Ramón Xirau, Rafael Segovia, Jaime García Terrés, Luis Villoro, Esther Seligson, Gastón García Cantú, Elena Poniatowska, Enrique Krauze, Manuel Felguérez, José Emilio Pacheco.
La libertad como ficción
Por Octavio Paz
Desde su independencia de España y Portugal, hace más de un siglo y medio, las naciones latinoamericanas han vivido bajo constituciones republicanas y democráticas. Para nadie es un secreto, salvo en períodos aislados y generalmente cortos, casi todos estos regímenes nominalmente republicanos y democráticos han sido de hecho dictaduras. De 1825 a 1976 nuestros gobiernos han adoptado muchas ideologías pero la diversidad de todas esas máscaras no ha logrado ocultar la realidad permanente de nuestra historia política: el caudillo. Dentro de esta situación, que es hoy la imperante en la América Latina –salvo unas cuantas excepciones, como las de Costa Rica y Venezuela– el caso de México es único, peculiar. Nuestro régimen es un compromiso entre la democracia auténtica y el caudillismo a la latinoamericana. Pero este compromiso, positivo en su primera etapa, se ha vuelto más y más imperante. La crisis de 1968 fue un ejemplo dramático del progresivo desgaste del sistema mexicano. El Partido en el poder durante cerca de medio siglo, incapaz de resolver el conflicto por medios políticos, no tuvo más remedio que apelar a la fuerza y llamar al Ejército.
El gobierno actual recogió la lección e intentó una reforma democrática dentro del Partido. La mayoría de los observadores encontró, con razón, que los cambios han sido insuficientes. Se dio un respiro pero no se logró infundir en nuestra anémica democracia un poco de vitalidad. En las verdaderas democracias la vitalidad es sinónimo de diversidad ideológica y de pluralidad de opiniones y partidos. La crisis de nuestro sistema político es tal que ninguno de los partidos independientes presentó candidatos en la elección presidencial de este año. El panorama es aún más desolador si se piensa en la situación de los Poderes que, según nuestra constitución, están encargados de preservar la democracia en México: el Poder Legislativo y el Judicial. El primero, formado por una abrumadora mayoría de miembros del partido oficial, no es un órgano de discusión y deliberación sino de aprobación mecánica de las iniciativas presidenciales. La misión de nuestros senadores y diputados es aplaudir y elogiar al Presidente en turno. La función del Poder Judicial es todavía más triste: no es sino un apéndice del Ejecutivo.
Los cambios ocurridos en el diario Excélsior adquieren su cabal significado sólo dentro de la realidad que, someramente, acabo de describir. En México no existe una auténtica vida política porque carecemos de ese espacio libre donde se despliega, en las democracias, la actividad de los grupos y los individuos. Ese espacio es plural; es el lugar público por excelencia, llámese plaza, parlamento, periódico o cualquier otro sitio de confrontación y discusión de ideas y personas. Los mexicanos no tenemos vida política real, pero tenemos una ficticia: cada tres y seis años celebramos elecciones. En ellas participan partidos y grupos fantasmas que no tienen más función que probar, con su irrealidad, la realidad aplastante y omnipresente del PRI. También tenemos una Cámara de Senadores y otra de Diputados, una Suprema Corte de Justicia y una Federación de Estados Soberanos.
Nuestra ficticia vida política sería incompleta si no tuviésemos una libertad de prensa igualmente ficticia. Teóricamente nuestros periódicos pueden decir lo que quieren; prácticamente dicen lo que pueden. Y lo que pueden es lo que quiere un gobierno. O lo que quieren los grandes intereses que dominan al país, de las corporaciones privadas a las poderosas burocracias obreras y políticas. Aunque no hay que exagerar la influencia de los organismos privados y gremiales: en México el verdadero poder es político y se concentra en el Estado.
Ante la experiencia de 1968, el régimen decidió liberalizar su política frente a la prensa. Fue una decisión positiva o que la mayoría de los mexicanos aplaudimos sin reserva. Excélsior era un periódico como los otros; gracias a la nueva coyuntura política y, sobre todo, gracias a la iniciativa de su director, Julio Scherer, se transformó en un periódico distinto a los otros: Excélsior empezó a decir lo que muchos querían y no podían decir. El diario se convirtió en el centro de convergencia de las opiniones libres y disidentes de México. No todo lo que se dijo en Excélsior coincide con lo que yo pienso y creo. Más de una vez estuve en desacuerdo con muchos de sus colaboradores. No defiendo sus opiniones: defiendo su derecho a sostener ideas distintas a las mías. Defiendo nuestro derecho a sostener ideas distintas a las mías. Defiendo nuestro derecho a disentir del poder y de los poderosos.
Justo en el momento en que el ocaso de los partidos independientes clausuraba el reducido espacio político mexicano, Excélsior abrió otro espacio. Hoy ese espacio también se cierra. No asistimos al triunfo de una ideología verde, roja o negra: asistimos al triunfo del color gris, el color del conformismo y la pasividad. ¿Por cuánto tiempo?
4
[O.P. a J.A.V.]
[Carta mecanografiada en dos páginas]
Julio 18 de 1977.
Querido José Ángel:
No sabe el gusto que me dió [sic] recibir su carta y, con ella, su inteligente y precisa nota sobre el libro de Carlos Franqui. Llegó cuando ya estaba enviado a la imprenta el material del número de julio (9) pero saldrá en el próximo (agosto, 10). También –y más– le agradezco el envío de Interior con figuras. Un libro, en su brevedad, denso. Denso e intenso. Un libro secreto y que requiere lectores a un tiempo lentos y ávidos, capaces de pensar con el tacto y los ojos. El primer poema, “Territorio”, se entreabrió para mí sólo en la segunda lectura. Es su poética pero no explicitada sino expresada, convertida de nuevo en poemas, como “procede sola la noche de la noche”. Después, los poemas que más me impresionaron fueron “Consideración de la mirada”, “Una antigua representación”, “Criptomemoria” (uno de los mejores), “Tango” y el poema dedicado a Luis Fernández. Yo también lo admiré y me parece exacto e inolvidable lo que usted dice: “Tú te pusiste del lado más secreto / de lo nunca visible”. El poema en que habla de sus amigos colombianos y nicaragüenses me descubrió que no sólo compartimos algunos gustos e ideas sino también una comunidad de ausentes-presentes. Quise mucho a Jorge Gaitán Durán y quiero también a Carlos Martínez Rivas. En cambio Ernesto Cardenal no es santo de mi devoción y mi desconfianza inicial se ha convertido en antipatía. Lo conocí cura falangista y ahora es cura comunista: cambió de colores no de alma. En la segunda parte hay poemas que me gustaron más totalmente aún –no porque me parezcan “mejores” que los que he citado sino porque me atraen más directa y simplemente. Pienso en “Calle de Cambridge” [el título exacto es “Calles de Cambridge, 1974”] y, sobre todo, en “Meditación sobre una imagen cóncava”, que me gustaría haber escrito. Los poemas en prosa: en ese género tan difícil ha logrado usted un nuevo tono y personalísimo. “Obituario” es un poema lleno de pliegues y repliegues –emplearé una frase de Breton para describirlo: una confesión desdeñosa. Los otros cinco poemas también son memorables. En la cuarta parte, me quedo con “Arietta, opus III” (especialmente el fragmento 2), “Transparencia de la memoria” (qué exacto el paralelismo entre los espejos del salón que devoran todas las figuras y esa luz que bebe todo lo visible –pero ¿es la memoria o su reverso, el otro lado de la memoria, el lado ya sin imágenes?), “Declinación de la luz”, “Fragmento sin nombre” (la pregunta aún más desnuda y desesperada que en los otros poemas), “Canción para franquear la sombra” (la pregunta ha dibujado ya su respuesta) y “Antecomienzo” (que es la respuesta del poema anterior: “de comienzo en comienzo –por comienzos que no tienen fin…”).
Gimferrer me ha prometido un ensayo sobre usted. A mí me gustaría acompañarlo con la publicación de algunos poemas suyos. ¿Quiere enviarnos algo o prefiere que reproduzca algunos de los que aparecen en Interior con figuras? En el segundo caso, yo mismo haría –si usted está de acuerdo– la selección.
Aparte de esta colaboración poética, le recuerdo mi antigua petición ¿puede enviarnos un ensayo? También, de vez en cuando, nos gustaría recibir de usted artículos sobre la actualidad literaria, artística y política. No importa que salgan también en algún diario español.
No sé si puedo aprovechar la invitación que me hace. Desde hace algún tiempo publico con Seix-Barral y no me parece correcto dar libros a otros editores. De todos modos: ¡muchas gracias!
Salude a Carlos Franqui de mi parte. Ya hago que les envíen (a usted y a él) los últimos números de Vuelta.
Cordialmente, su amigo.
Octavio Paz
5
[O.P. a J.A.V.]
[Carta mecanografiada en una página]
Lerma 143-601, México 5, D.F. [Membrete]
A 11 de agosto de 1978.
Querido José Ángel:
No tengo muchos amigos entre los antropólogos mexicanos pero, con mucho gusto y empeño, buscaré algo para su hija ya sea en el Colegio de México o en el Instituto Nacional de Antropología. Ojalá que ella pudiese enviarme un curriculum [sic] y un pequeño proyecto de las actividades que piensa realizar en México en materia de Antropología o Arqueología. Con esos documentos yo podría iniciar la gestión.
Espero con impaciencia el libro suyo que ha editado Maspero. He decidido no regresar a Harvard –los cursos eran una piedra al cuello– de modo que puede usted enviarme el libro a México. No me moverá [sic] de aquí.
Le recuerdo que nos gustaría mucho publicar algo suyo en Vuelta, ya sea poesía o ensayo. Sánchez Robayna me envió un ensayo sobre usted, pero cuando nos disponíamos a publicarlo, lo vimos en una revista española. Lástima.
Su amigo que lo quiere y admira,
Octavio Paz
6
[O.P. a J.A.V.]
[Carta manuscrita en una página, sin fecha]
A José Ángel Valente
Querido amigo:
Me imagino que ya habrá visto la entrevista. Ojalá que nos pudiese enviar pronto alguna colaboración. Le doy de antemano las gracias.
Saludos
Octavio Paz
[1] Octavio Paz, Memorias y palabras. Cartas a Pere Gimferrer, 1966-1997, Barcelona, Seix Barral, 1999, p. 216.
[2] José Ángel Valente, Obras completas II. Ensayo, edición de Andrés Sánchez Robayna y recopilación e introducción de Claudio Rodríguez Fer, Barcelona, Galaxia Gutenberg – Círculo de Lectores, 2008, p. 1577.
[3] El epistolario cruzado puede verse completo en Claudio Rodríguez Fer, “Cartas de Octavio Paz, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa”, Valente infinito (Libertad creativa y conexiones interculturales), Universidade de Santiago de Compostela, Cátedra José Ángel Valente de Poesía e Estética, 2018, pp. 213-240.

















