© YONNY RODRÍGUEZ

I

correr en los pasillos, jugar de mala gana

las dinámicas de la profe,

olor a madera, tiza y grafito,

ruido de cajas metálicas,

recreos con meriendas

y confites

que se adhieren al cielo

de la boca

en verano el azul es cielo radioso,

los caminos son blancos, los carros

hacen torbellinos de polvo,

los únicos viajes en baronesa,

la gente que se va de mañana

al trabajo

y retorna cansada en la noche

la primera ida al mar,

los botes llenos de conchas de mar

manzanitas de río,

guajiniquiles,

peces resplandecientes de dorsales rojas,

agua primitiva entibiada en una piedra,

agua helada que se sale

por los lados de la corriente

aroma de tortillas de maíz y café,

en tu casa nunca hace falta la comida,

colores vibrantes de mangos y ciruelas

tendidos en los patios y aceras

las copas de los árboles tienen

vuelo de pájaros,

las primeras gotas del invierno,

la fragancia leve de la tierra mojada,

retozar bajo la lluvia descalzo en lodo,

llanuras verdecidas, hierbas

que corren al lado de la vereda

rumor de ríos llega de lejos,

todavía nos alumbramos con la luz del día,

tormenta eléctrica, crujir de vigas

cortocircuitos:

abrazo.

ES LA IMPOSIBILIDAD:

lo del día es un remanso.

Invierno pertinaz

donde se tiene un talismán, un dios

al cual rezar, un panteón

donde acudir.

Cada uno lleva vestido el cuerpo,

descalza el alma,

cada uno está obligado a cruzar tierras donde acecha la orfandad, un sol

que es iris anhelante, sin embargo

todavía refulge la maldad.

NISABA escribe

mientras languidecen en el patio

jacarandas, izotes,

mientras recogemos huesos,

testimonios de lo pretendido, corazones,

sitios de abandono,

resabios de alimañas

y el desdén.

Sensibles al dolor,

todavía vamos tras las hierbas dulces

sin empeño

amontonando cosas.

NADIE

puede afirmar con certeza

que amanece.

Ruido y polvo

esparcidos en el lecho

son recuerdos

en la médula lunar

de lo soñado.

TENGO bastantes años,

las golondrinas angustian

ya,

las horas

pasadas y rebeldes.

De un soplo

el viento barrió

las hojas

del día

que cayeron.

Desde el teja

llegan,

sobrecogen sombras,

en los parques

antiguas aves

cantan

tu partida.

PARA amanecer

en nuestro lecho

escondernos

películas celestes

untarnos

crepúsculos

prontos

a la noche

de fresquísima negrura

Queremos

que los cristales

rezuman

óleos

cálices

alquitranes

impregnados

de amanecer

se oigan lejos

gritos

de enrevesado

amanecer

frío rasgado

jadeo

placentero

g

o

t

e

o

in ter mi ten te

incluso

el parpadeo de los ojos

sin que

el inmisericorde

bulbo luminoso

nos sorprenda

indispuestos

ateridos

ovillados

consumidos

de hacer

el amanecer

Sólo quedan los dioses

¿Alguien recuerda a los humanos?

Eran seres inquietos, obstinados,

en pie nada dejaban.

Creyeron acercarse a algo grande

cuando en realidad

alejaron la vida.

Un día sin saber qué hacían

en aquel lejano mundo

acabaron con todo

consumidos por la ignorancia:

nunca pudieron superarse

a sí mismos.

Efímera

Pestañeamos

y la vida se nos va

como flujo en

un reloj

de

a

r

e

n

a

YONNY RODRÍGUEZ, Honduras. Es poeta, investigador y periodista. Formó parte del Taller Miguel de Cervantes Saavedra dirigido por el poeta José Luis Quesada. Ha escrito los libros De crisis y catarsis (2016) e Invierno interior (2019). Sus poemas han sido antologados en España, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Argentina. Tiene una maestría en Comunicación Corporativa. Ha realizado estudios de Literatura, Gestión Cultural y Didáctica de las Artes Visuales. Dirige y edita la revista de divulgación cultural e histórica Bucentauro. En 2018, el Estado de Honduras le otorgó el Premio de Periodismo Cultural.

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