I
correr en los pasillos, jugar de mala gana
las dinámicas de la profe,
olor a madera, tiza y grafito,
ruido de cajas metálicas,
recreos con meriendas
y confites
que se adhieren al cielo
de la boca
en verano el azul es cielo radioso,
los caminos son blancos, los carros
hacen torbellinos de polvo,
los únicos viajes en baronesa,
la gente que se va de mañana
al trabajo
la primera ida al mar,
los botes llenos de conchas de mar
manzanitas de río,
guajiniquiles,
peces resplandecientes de dorsales rojas,
agua primitiva entibiada en una piedra,
agua helada que se sale
por los lados de la corriente
aroma de tortillas de maíz y café,
en tu casa nunca hace falta la comida,
colores vibrantes de mangos y ciruelas
tendidos en los patios y aceras
las copas de los árboles tienen
vuelo de pájaros,
las primeras gotas del invierno,
la fragancia leve de la tierra mojada,
retozar bajo la lluvia descalzo en lodo,
llanuras verdecidas, hierbas
que corren al lado de la vereda
rumor de ríos llega de lejos,
todavía nos alumbramos con la luz del día,
tormenta eléctrica, crujir de vigas
cortocircuitos:
abrazo.
ES LA IMPOSIBILIDAD:
lo del día es un remanso.
Invierno pertinaz
donde se tiene un talismán, un dios
al cual rezar, un panteón
donde acudir.
Cada uno lleva vestido el cuerpo,
descalza el alma,
cada uno está obligado a cruzar tierras donde acecha la orfandad, un sol
que es iris anhelante, sin embargo
todavía refulge la maldad.
NISABA escribe
mientras languidecen en el patio
jacarandas, izotes,
mientras recogemos huesos,
testimonios de lo pretendido, corazones,
sitios de abandono,
resabios de alimañas
Sensibles al dolor,
todavía vamos tras las hierbas dulces
sin empeño
amontonando cosas.
NADIE
puede afirmar con certeza
que amanece.
Ruido y polvo
esparcidos en el lecho
son recuerdos
en la médula lunar
de lo soñado.
TENGO bastantes años,
las golondrinas angustian
ya,
las horas
pasadas y rebeldes.
De un soplo
el viento barrió
las hojas
del día
que cayeron.
llegan,
sobrecogen sombras,
en los parques
antiguas aves
cantan
tu partida.
PARA amanecer
en nuestro lecho
escondernos
películas celestes
untarnos
crepúsculos
prontos
a la noche
de fresquísima negrura
Queremos
que los cristales
rezuman
óleos
cálices
alquitranes
impregnados
de amanecer
se oigan lejos
gritos
amanecer
frío rasgado
jadeo
placentero
g
o
t
e
o
in ter mi ten te
incluso
el parpadeo de los ojos
sin que
el inmisericorde
bulbo luminoso
nos sorprenda
indispuestos
ateridos
ovillados
consumidos
de hacer
el amanecer
Sólo quedan los dioses
¿Alguien recuerda a los humanos?
Eran seres inquietos, obstinados,
Creyeron acercarse a algo grande
cuando en realidad
alejaron la vida.
Un día sin saber qué hacían
en aquel lejano mundo
acabaron con todo
consumidos por la ignorancia:
nunca pudieron superarse
a sí mismos.
Efímera
Pestañeamos
y la vida se nos va
como flujo en
un reloj
de
a
r
e
n
a
YONNY RODRÍGUEZ, Honduras. Es poeta, investigador y periodista. Formó parte del Taller Miguel de Cervantes Saavedra dirigido por el poeta José Luis Quesada. Ha escrito los libros De crisis y catarsis (2016) e Invierno interior (2019). Sus poemas han sido antologados en España, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Argentina. Tiene una maestría en Comunicación Corporativa. Ha realizado estudios de Literatura, Gestión Cultural y Didáctica de las Artes Visuales. Dirige y edita la revista de divulgación cultural e histórica Bucentauro. En 2018, el Estado de Honduras le otorgó el Premio de Periodismo Cultural.

















