Bienvenidos a este nuevo número de Sur. Revista de Literatura, cuyo monográfico dedicamos a María Zambrano en el 120 aniversario del nacimiento de la filósofa más destacada de la Generación del 27. Más allá de una obra tan original como inclasificable que mereció el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1981) y el Cervantes (1988), cuando Zambrano en su primer ensayo publicado en Revista de Occidente, “¿Por qué se escribe?” (1934), indica que “el secreto se revela durante la escritura”, está poniendo de manifiesto algo trascendental: la creación –la razón poética– no consiste en reproducir con más o menos suerte el pensamiento, sino antes bien en abrir espacios desconocidos, ya sea mediante la escritura, la pintura, la escultura, la arquitectura, el cine o cualquier modalidad artística, a través de los cuales sobrevengan expresiones e ideas que no podemos concebir sin los procesos de creación.
Agradecemos a la Fundación María Zambrano las imágenes de la portada; al pintor veleño Evaristo Guerra El sueño de María Zambrano. Evaristo acompañó a la pensadora poco antes de que falleciera, y en aquellos momentos le contó sus recuerdos del limonero del patio de la casa de su infancia en Vélez, aquel que al cabo de los años surgió en la imaginación creadora del pintor con cuatro gatos entre sus raíces y el pueblo al fondo traspasado por esos peculiares tonos violáceos. Coincide con la confesión que formula la pensadora en una carta de la década de los 80: “(…) en el patio de mi casa, calle del Mendrugo nº 8, yo aprendí a ´viajar` desde el suelo hasta el hombro de mi padre. Tengo una fotografía en la que me sostiene en alto, y llevo en el tacto el olor de la corteza del limonero, y su perfume en mi alma. Y aquel pozo al que me caí, y aquel agua profunda, clara y misteriosa, creo que han inspirado a lo largo de mi ya larga vida muchos de mis escritos y aun de mis ideales”. Gracias asimismo a Rocío Davó por su espléndido retrato de María Zambrano y a Pau García por sus luminosas fotografías.
Además de artículos desde diversas perspectivas sobre su pensamiento filosófico y poético, como el de José Biedma, Francisco Morales Lomas, Antonio Sánchez Millán, Cruces Aldea, Fuensanta Martín Quero o el de un servidor, encontramos otros que abordan su relación con otros poetas (Emilio Prados, Lezama Lima, Juan Gil-Albert o María Victoria Atencia) por parte de Eduardo Moga, Pedro García Cueto e Inmaculada García Haro, respectivamente. El artículo de Miquel Osset reconstruye un período de su vida y, en particular, su relación y afinidades con el filósofo José Ferrater Mora; el de Aurora Gámez Enríquez nos permite aproximarnos a su vida como mujer libre y emancipada; el de Antonio Porras dialoga con La España de Galdós; el de Tomás Salas se ocupa de la teoría de la novela. Lola Benítez aborda su relación con Cuba. Silvia Olivero reflexiona sobre el proceso de creación de una pieza musical creada por ella e inspirada en un poema de María Zambrano. Por último, “Haz música, María”, de María Elizalde, autora de Miguel Pizarro Zambrano: la vida vivida y transformada en poesía, trata acerca de cómo la experiencia estética puede contribuir a hacer más habitable el mundo.
Tampoco falta una reseña de Monólogos de la bella durmiente, de Miguel Morey, uno de los mejores conocedores de la obra de la autora de Filosofía y poesía. Las ilustraciones, de la artista Paloma Fadón, inspiradas en una de las obras más poéticas y herméticas de María Zambrano, Claros del bosque, son trazos a la manera de la caligrafía oriental en los que se funde la palabra y la imagen forjando símbolos que velan al tiempo que desvelan.
En “Artículos y reseñas” encontrarán trabajos sobre Juan Gil-Albert –del que también se celebran 120 años de su nacimiento–, Rosa Romojaro, Enrique Baena, José Sarria y otros autores. Si en “Primeras páginas” resaltan autores afincados en Málaga, como Benítez Villodres, Francisco Muñoz Soler, José Olivero Palomeque, me alegra que en “Creaciones” contemos con numerosos poemas y prosas poéticas de autores de México, Brasil, Honduras, Rumanía, India…
Antes de despedirme, quiero dedicar unas palabras a nuestro añorado y querido Antonio García Velasco, que ha dirigido con generosidad y humanidad hasta su muerte esta revista. Para mí es un verdadero honor y un desafío sucederle. Gracias a todos los colaboradores y a ustedes por vuestra atención y cuidado. Salud.