
Partimos del desciframiento que en su libro El hombre y lo divino hace María Zambrano del sentimiento de la nada, como secuela de la rebelión romántica.
María Zambrano, filósofa, pensadora, ensayista y poeta española nacida en Vélez Málaga (1904), y alumna de Ortega y Gasset, se vio obligada a vivir en el exilio. Casi medio siglo después diría a su regreso: “Yo no concibo mi vida sin el exilio que he vivido”.
El atributo principal del ser humano es su capacidad de pensar, de dudar, discernir y deducir, de computar cognitivamente sus percepciones a través del razonamiento y las emociones.
El presente artículo intenta fundamentar por qué tanto Séneca como María Zambrano poseen un estilo o forma de racionalidad que se aparta de lo convencional o dogmático en filosofía.
Sin anuncio previo, sonaron las primeras notas de ese teclado que introduce la poesía de Miguel Hernández (con quien María Zambrano había ido a llorar junto al Manzanares por los respectivos amores),
He de confesar que no hubo un procedimiento reflexivo en mi elección, sino más bien uno sensitivo e intuitivo que acercó mi fibra sensible a los sonidos que poco a poco pasearon por mi piel.