LA MIRADA DE JUAN GIL-ALBERT AL MUNDO DEL CINE

POR PEDRO GARCÍA CUETO

   Juan Gil-Albert fue un gran escritor, cuya trayectoria en la prosa y la poesía quedó bien demostrada en libros como Drama Patrio, El retrato oval, Memorabilia, Valentín y el Tobeyo o del amor entre las obras en prosa, siendo un poeta que consiguió su libro más perfecto con Las ilusiones, cuando se halla en el exilio mexicano, concretamente en su viaje a Buenos Aires.

   Vivió Gil-Albert en el exilio desde 1939 a 1947, concretamente en México, donde fue amigo y colaborador en varias revistas, de Octavio Paz. Allí fue con Arturo Serrano Plaja, Rafael Dieste y Ramón Gaya entre otros. La necesidad de salir de España se imponía, dadas las circunstancias de la victoria de Franco frente a los republicanos, que él había apoyado.

   Juan Gil-Albert también demostró interés por el mundo del cine. Aunque era un hombre de otra época, donde la pasión por la pintura, la historia y la música clásica lo podían emparentar con un hombre del siglo XIX, Gil-Albert sintió mucho interés por el arte del siglo XX, el cine.

   Como demostración de esta pasión hay un libro La mentira de las sombras, que editó Pretextos, donde Juan recoge sus críticas cinematográficas publicadas en la revista desde febrero de 1940 a mayo de 1941.

  Con un prólogo de Juan Cano Ballesta, responsable también de la edición, el libro es una clara muestra de la afición de Juan por el cine. Su mirada al universo de Hollywood y a actores como Valentino, Chaplin y otros muchos, está presente en este ensayo. No olvida su preferencia por Greta Garbo, Bette Davis y otras actrices del mundo del celuloide. En el excelente prólogo de Juan Cano Ballesta ya nos dice:

“Me ha parecido oportuno recordar estas revistas y los ensayos de cine antes citados como trasfondo cultural sobre el cine que tuvo que conocer el poeta y crítico valenciano. Como ávido lector de los autores de vanguardia debió conocer también los ensayos sobre el cine de Francisco Ayala y el volumen de Benjamín Jarnés (Figuras del Cinema), 1936”.

   Ante la duda que algunos exponen sobre la autoría de los artículos de la revista, Cano Ballesta manifiesta que Juan entregó algunos artículos firmados, pero otros no, lo que supuso esa controversia y el rechazo de un gran investigador y profesor como José Carlos Rovira que cree que no son de Gil-Albert. A veces, aparecen firmados solo con las iniciales: J.G.A., lo que induce a la especulación si son suyos o no.

   De todos modos y frente a la controversia, hay muchos datos que apuntan a que Juan Gil-Albert escribió todos los artículos sobre cine en la revista Romance. Fue muy fecunda la labor del escritor de Alcoy en México, ya que participó en otras revistas, gracias también al apoyo incondicional de Octavio Paz, como en la revista Taller.

   Como muestra de la labor de crítico de cine de Juan Gil-Albert, destaco la que publicó en Romance titulada El gran dictador, refiriéndose, claro está, a la gran película de Chaplin:

“El primer film hablado de Charlot, “The Great Dictator”, va a estrenarse el próximo mes en Estados Unidos. Es la historia de un pobre barbero que, después de ser detenido, es tomado inequívocamente por el cruel dictador de un país imaginario.”

   Cuenta luego el argumento de la película. La crítica apareció en la Revista Romance el 15 de septiembre de 1940 y denota su pasión por el gran Chaplin, ya que en varias ocasiones alabó al gran actor británico.

    Acerca de Pasión tropical, Gil-Albert señala las diferencias entre el cine y la realidad, reproduzco la crítica entera:

“James Cagney y Pat O´Brian son los gallos de esta pretendida corraliza tropical. Y conste que no son las únicas que hacen lícita la comparación las innumerables arrugas que irradian de los ojos en guiño casi perpetuo de James Cagney, Pat O Brian tampoco es ningún galán en albor. Inevitable deidad de los trópicos Ann Sheridan. Paralelos, meridianos y ecuadores ciñen y redondean su calurosa presencia, que no basta a hacer soportable el disparatado film. Ni el trópico es así – como en el celuloide se expresa-, ni las pasiones son nunca tan simples. La que sí es posible que sea tal cual la vemos en la pantalla es Ann Sheridan. Pero es justamente lo que parece imposible que sea cierto”.

   La crítica apareció en la revista el 18 de diciembre de 1940.

    De Lo que el viento se llevó, dirá Gil-Albert en la revista Romance el 15 de febrero de 1941, lo siguiente:

“Nos hallamos ante una película de tipo monumental. Al menos considerada arquitectónicamente, en sus dimensiones externas. Por sus decorados y paisajes, elegidos tras de cuidadosa selección, todos ellos sugerentes; por el vestuario, de gusto depurado, y por la justeza y el tino que derrochan los actores a lo largo, quizás a lo excesivamente largo, de una acción que se diluye también con exceso, la película reúne en sí las condiciones indispensables a una buena producción; es más: a una producción excelente, en la cual, tal vez, no haya, desde el punto de vista cinematográfico, defecto alguno”.

   Como vemos, sí pueden ser críticas de Juan Gil-Albert, porque todas ellas vienen elaboradas, con un estilo cuidado y minucioso, muy típico de su obra en prosa.

   Cuando comenta la película Cielo y tú, alaba a Bette Davis y a Charles Boyer, porque representan la elegancia y la distinción de los actores del cine de los años cuarenta.

    Sin duda alguna, nos hallamos ante un maestro del detalle, un arquitecto de la meticulosidad, un hombre refinado que, aunque encontró ciertas objeciones en el mundo del cine por provenir de la cultura pictórica y del universo teatral, sabe que es el futuro y que el cine es un invento maravilloso que ha dado grandes obras maestras.

    Es muy probable que en aquellos años mexicanos, fuera al cine, como lo hacía Cernuda, porque siendo Gil-Albert hombre solitario, la contemplación de los grandes galanes y de las bellas damas en la pantalla fue, sin duda alguna, una forma de soñar y estar siempre bien acompañado.

Compartir: