“Pocos nombres expresan mejor, con todo su alcance simbólico, ese destino universal de mestizaje y contacto con el otro, a través de la unidad de nuestra lengua, que el de Octavio Paz”, declara el filósofo José Jiménez en uno de los artículos aquí recogidos. Poeta, escritor, ensayista, traductor y diplomático mexicano, Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-Ciudad de México, 1998) destaca por encima de todo como poeta y ensayista. Si como poeta es considerado por su capacidad de experimentar e innovar uno de los más grandes del siglo XX, como ensayista y pensador, por la diversidad de sus intereses, por la profundidad y claridad de su tratamiento, por su prodigiosa capacidad de sintetizar, por su caudal de imágenes y el ritmo de una prosa poética cautivadora, Octavio Paz quizá sea, junto con Ortega y Gasset, Alfonso Reyes y Jorge Luis Borges, uno de los más brillantes ensayistas del siglo XX en español. No es fortuito que en 1990 le concedieran el Premio Nobel de Literatura.
Según Mario Vargas Llosa, autor con el que mantiene no pocos paralelismos, aunque “a él le hubiera gustado, sin duda, que la posteridad lo recordara ante todo como poeta, porque la poesía es el príncipe de los géneros, el más creativo e intenso (…) Octavio Paz fue sobre todo un pensador, un hombre de ideas, un formidable agitador intelectual, a la manera de un Ortega y Gasset, acaso la más perdurable influencia de las muchas que aprovechó”. Fernando Savater es de la misma opinión, tal como se desprende de la entrevista que aquí publicamos. Por el contrario, hay otros autores, como Juan Malpartida, que defienden que el poeta y el pensador son indisociables, como sucede en Antonio Machado o Fernando Pessoa, sin ir más lejos.
Aquí exploramos su obra en esta doble dimensión de poeta y pensador: tras el editorial el monográfico se abre con una entrevista, género que incorporamos por primera vez, con el escritor mexicano Juan Villoro. José Jiménez, Catedrático de Estética, crítico y comisario de arte, ofrece una visión global de la obra de Paz. Siendo Director del Instituto Cervantes de París eligió denominar “Octavio Paz” la biblioteca de esta institución. Otro buen amigo suyo, el filósofo Fernando Savater, nos ofrece reveladores detalles y juicios. Como ambas entrevistas tratan de su figura intelectual y su pensamiento político, he decidido que vayan acompañadas de los artículos del también filósofo José Biedma y del filólogo Tomás Salas.
El amor y la poesía como conocimiento, junto con la libertad, son tres de los temas predilectos y más recurrentes de la obra de Octavio Paz. Es lo que he procurado explorar en mi artículo. Juan Ojeda se pregunta e indaga en una posible filosofía del amor en la obra de Octavio Paz a partir de La llama doble. Amor y erotismo. Quizá junto con Cuatro Cuartetos, de T. S. Eliot, Espacio, de Juan Ramón Jiménez, y algunos más, Piedra de sol es uno de los poemas más memorables del pasado siglo. Aquí lo analiza detalladamente Fuensanta Martín Quero. Francisco Morales Lomas ofrece claves hermenéuticas de Salamandra. José Sarria indaga sobre la creación de la palabra poética en otra de sus obras maestras, El mono gramático.
Sobre Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, una de sus obras más ambiciosas y conseguidas, se ocupan Aurora Gámez Enríquez e Inmaculada García Haro. De ella confesó Paz: “No podría decir, al final, como Flaubert de Madame Bovary, `Madame Bovary c`est moi´. Pero lo que sí puedo de hecho decir es que me reconozco en Sor Juana”. Se diría que a través de la biografía de Sor Juana se autobiografía, revelándose y ocultándose al mismo tiempo. Silvia Olivero Anarte se ocupa de algo tan esencial en la música como en la poesía, el silencio. Del músico declaró Paz: “No sé si me importa saber si John Cage es un gran músico. Sé que es un poeta, un sabio y un clown como aquellos viejos taoístas y budistas de China y Japón. Un inventor de chascarrillos sublimes, un equilibrista que danza sobre la cuerda floja del nonsense”. Antonio Porras se adentra en otro de sus poemas mayores, “Hablo de la ciudad”. Lola Benítez resalta la dimensión reflexiva del autor. Francisco Muñoz le dedica un poema con ecos intertextuales, fruto de su profunda admiración.
Contamos poco antes del fin con la correspondencia entre dos de los grandes poetas de nuestra lengua en el siglo pasado: Octavio Paz y José Ángel Valente, comentadas por el poeta y Director de la Cátedra Valente, Claudio Rodríguez Fer. Si comenzamos con dos entrevistas casi consecutivas, concluimos con otras dos: una al escritor Juan Malpartida, autor de Octavio Paz. Un camino de convergencias y uno de los más destacados conocedores de su obra, y otra de Juan Malpartida a Octavio Paz. En esta ocasión hemos contado para ilustrar los textos con imágenes de artistas iberoamericanos cedidas por el Museo Ralli de Marbella: gracias a esta institución cultural y, en particular, a su Directora, Rosa Ruíz, y a Silvia Sánchez, del Departamento de Arte. Gracias, pues, a todos los colaboradores y lectores de Sur. Revista de Literatura. Cedamos la palabra antes de entrar en el monográfico al poeta: “Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día”.

















