SIGNO DE INTERROGACIÓN: en un tiempo de espera colectiva

Rocío Cardoso es una destacada poeta, escritora de literatura infantil y gestora cultural.

Su obra ha sido publicada en Uruguay y en el extranjero, recibiendo diversos reconocimientos. Fue Mujer Destacada de la Cultura en 2019, por el Foro Femenino Latinoamericano de Mar del Plata, y en 2021, recibió el Premio Estrella del Sur, por su meritoria trayectoria y quehacer cultural y social, reconociendo y celebrando su trabajo y dedicación en la literatura infantil. Su curriculum extenso y diverso, es valorado por instituciones nacionales y extranjeras.

En 2021, publicó el poemario Signo de interrogación, editado por Versos Compartidos. En la portada del libro se explicita: Homenaje a todos los médicos y personal de la salud que han estado al frente de esta pandemia. Este libro es una demostración de admiración y respeto hacia esos profesionales que estuvieron siempre cuidándonos.

El título es simbólico, puede ser tomado como metáfora de esa etapa que ha vivido la

humanidad toda, en la que se afianzaron incertidumbres, dudas y desazones. Los seres

humanos perdieron seguridades y se reconocieron en un incierto presente solitario. El sintagma“Signo de interrogación” aparecerá solo una vez, en el tercer poema, integrando otra metáfora: “la luna/un signo de interrogación”. Afuera y adentro, intimidad y cosmos se volvieron duda. Esa misma luna será inconclusa en el poema V, porque estará cargada de interrogantes, porque será toda ella una pregunta. El signo de interrogación enmarcará los días de ese tiempo en pausa, en espera, días que serán concebidos en el poema IX a través de la metáfora “puntos suspensivos/en un tiempo/sin rostro verdadero”.

El libro se abre con un epígrafe de la escritora Andrea Fontan: “Y ahora/encuentro ese silencio/adherido a las paredes de la habitación” El silencio y la soledad serán protagonistas de este poemario.

El prólogo está a cargo del doctor en medicina Humberto Correa Rivero, quien analiza la

pandemia de los virus Sars-CoV2 y la Covid 19, desde el punto de vista sanitario a nivel social, nacional y global. Este informe testimonia un período histórico denominado “los años inciertos”.

La portada y la primera ilustración interior están a cargo de Nicolás Giordano Cardoso, hijo de la autora, los seis que acompañan son del artista español Gonzalo del Pino. En tonos de grises, el lápiz acompaña datos y poemas. Desde la mirada de un “paciente”, el lector se introduce en el poemario. La primera ilustración destaca la vivencia de la soledad, en la espalda curvada de un hombre, que lleva la carga del desamparo y mira al lector

Interpelándolo. ¿Será porque los ojos son los únicos que pueden dar un poco de esperanza?

Precisamente, la mirada será un tema fundamental en este libro, porque la autora querrá que

miremos en lo profundo de nuestro ser y de quienes nos rodean. Querrá que analicemos signos no verbales, que los otros nos muestran a diario, y que requieren de nosotros una comprensión empática.

El poemario está constituido por veintiún poemas sin títulos, que podemos agrupar en tres

momentos diferenciados: la visión global de la pandemia; la mirada de los médicos junto con todo el personal de salud y, finalmente, la vivencia de posibles pacientes. El arte, en especial la literatura, y de ella, singularmente la poesía sigue dando la posibilidad de sanar. Dice la autora en el poema VI: “los libros de poemas/nos sacan de la locura”.

En la primera parte, la voz lírica es testigo desde lo íntimo de cómo fue vivida la pandemia, y se proyecta hacia lo externo. La segunda parte, se focaliza en quienes la sufrieron en solitario con la responsabilidad de las vidas a su cargo: los médicos: “en esa pesadilla de tinieblas/rostros fatigados de médicos/se funden en las/ profundidades de la noche”. Los médicos fueron loshéroes en estos años inciertos. En la última parte, la autora se pone en la piel de posiblespacientes, y posibilita que el lector también lo haga. A su vez, en todo el poemario las familiasdel personal de salud y de los pacientes, tienen una consideración especial. Esto generará enlos lectores la mirada en espejo, en relación a cómo han sido sus propias vivencias, en estostiempos en los que todos tuvimos un enemigo en común que fue la pandemia.

Todo el poemario se construye con verso libre, permitiendo de esa manera que las imágenes fluyan sin ataduras de ninguna índole. La autora alterna de manera coherente la primera persona del plural, ese “nosotros” que nos incluye, y la tercera persona del singular, dando paso a la actitud del testigo. Ése será el camino, mirar hacia afuera y mirar hacia adentro. Porque fuimos protagonistas a la vez que testigos de lo que estaba pasando.

Desde el poema I, se describe un estado de alma colectivo, vivido desde la intimidad de los

hogares, desde las dudas y la desconfianza. La pandemia instaló un “tiempo de espera” que

paralizó y resquebrajó rutinas emocionales: “entre abecedarios desnacidos”, en un “mundo enmudecido”. La palabra también trasmutó durante ese tiempo, no lográbamos comprender loque sucedía, todo era silencio. Nuevos sentidos comenzaban a construirse en “este confinamiento/de arenas movedizas”. Más adelante, se repetirán versos a modo de leiv motiv: “el mundo se detuvo/acallando/la melodía del cosmos”. Sin embargo, la palabra se abrirá pasodesde nuestras entrañas.

La única presencia será la “tristeza en la piel”, imagen que continúa y amplía la del silencio

adherido a las paredes, presente en el epígrafe. El encierro, el confinamiento, nos llevó al

pasado, a recuerdos, “desordenando nostalgias”. Todo el poemario es un transitar desde la

soledad y el silencio, hasta la resonancia de los nombres, hasta el resurgimiento de las

identidades, que cobran sentido cuando hay un otro que te ve, te mira, te identifica, y cada uno se encuentra en la mirada y el reconocimiento de su prójimo.

La postura filosófica de la autora es clara, las crisis surgen para un aprendizaje íntimo y

espiritual. De este tramo de la historia de la humanidad se dará un nuevo nacimiento, a un

nuevo mundo, del que debe surgir lo mejor de cada uno, para que el mundo sea mejor. Un

resurgir como seres nuevos, y el protagonismo lo debe tener la sensibilidad encauzada a

interesarme por el otro que es mi prójimo. El libro es una invitación a mantenernos en alerta del dolor del otro que nos rodea, para entrar en conexión espiritual. Porque la empatía se construye día a día, a través del arte, poniéndonos en el lugar del otro. Los libros siempre son un camino de esperanza, y éste lo es de forma especial. Porque “cuando todo pase”, “cuando suenen nuestros nombres/en un luminoso cielo azul/ se abrirán las puertas/ y volveremos más fuertes de espíritus para vivir en un nuevo orden”.

Dinorah López Soler

Profesora de Literatura

Experta en Lit. Infantil y Juvenil