MARIA ZAMBRANO Y MARÍA VICTORIA ATENCIA: DOS LAUREADAS PERSONALIDADES MALAGUEÑAS CON PUNTOS DE FUGA COMÚNES.

PALOMA FADÓN. para Sur Literatura MZ. Claros del Bosque_Página_17

 Inmaculada García Haro

Vicepresidenta de Grupo de Autoras por la Literatura y la Artes (Grupo ALAS)

       En julio de 1983 se desarrolló un interesantísimo seminario[1] organizado por la Fundación Conde de Cabra-antigua universidad de Almagro, sobre el pensamiento y la obra de la escritora María Zambrano.  Durante once días  numerosos pensadores y estudiosos de la filósofa debatieron en el convento de los dominicos de Almagro (Ciudad Real) sobre sus múltiples facetas, finalizando con una mesa redonda genérica sobre su obra. José Luis L. Aranguren dijo que María Zambrano y él eran discípulos heterodoxos de Ortega y en su conferencia sobre su obra Filosofía y poesía,  matizó que:

lo característico de ella es quedarse en pasmo, en asombro ante la realidad, y no tanto en perplejidad, que ésta sume a uno en un mar de dudas, mientras que quien se asombra desemboca en un intento de entender la realidad por otras vías, como la mística, como es el caso de quien nos ocupa, una mística secularizada en estrecha relación con nuestros místicos tradicionales.

Con estas palabras Aranguren, el filósofo fundamental que en la década de los cincuenta reabrió en solitario el camino de la filosofía en España después del desértico panorama del ámbito de la posguerra española[2], nos descubre uno de los pilares básicos en la obra de María Zambrano: la mística.

       Jesús Moreno Sanz, uno de sus grandes amigos y discípulos (fue el que la recogió en Ginebra para traerla a España, a ella y a sus dos gatas), además de profundo conocedor de su obra[3], marcó el vértice desde donde podemos mirar la obra de su maestra con frases como “dentro del horizonte de visibilidad creado por Ortega, María Zambrano surge como la primera filósofa-filósofa de la modernidad española” y el crítico José Antonio Ugalde se refirió a que es preciso que su obra se reedite en nuestro país dado que algunos de sus libros eran inencontrables, muchos artículos estaban dispersos, además de demandar a la propia autora que les facilitara sus últimos trabajos inéditos. Al hilo de estas palabras, Rafael Tomero, primo hermano de María, que asistió  expresamente desde Ginebra, aludió a cómo “espiritual y anímicamente ella está en su patria, España, aunque, por razones de salud, no puede desplazarse”. España era la patria a la que quería retornar, como se deduce de la misiva que escribiera unos meses antes, a uno de los organizadores del seminario: “El horizonte de mi vida es ya España, no sólo sueño y verdad, sino también su realidad”.

       Este acto, como otros muchos, formaron parte del itinerario de sucesos que hicieron que María regresara a nuestro país desde que en  1980 se instalara en Ginebra y fuera nombrada hija adoptiva del Principado de Asturias, primer reconocimiento oficial de su trayectoria en España. Por primera vez, desde 1939, se escuchó en Madrid la voz de Zambrano leyendo algunos textos de Claros del bosque, en una conferencia impartida por el poeta J.Á Valente, su discípulo más directo[4], quien había traído una grabación desde Ginebra.

       El regreso de María Zambrano puede considerarse la consumación de un amor correspondido. La sucesión de hechos en los años previos al retorno constataron cómo su lugar de origen era un punto de referencia para la autora y cómo María Zambrano era querida allí. Ya, en noviembre de 1981, la prensa proclamaba que Zambrano estaba a punto de llegar a Vélez-Málaga y que el ayuntamiento de Vélez-Málaga le concedía, con carácter vitalicio, una vivienda para la filósofa, que finalmente fue  el Palacio de Marqués de Beniel, así como una partida para su manutención. La Universidad de Málaga preparaba la concesión del doctorado Honoris Causa. En 1981 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y el ayuntamiento de Vélez-Málaga la nombró hija predilecta. En la Universidad de Málaga salió a la luz el libro María Zambrano o la metafísica recuperada, coordinado por López Aranguren, Valente, Alain Guy, Doblas Bravo y Gimferrer. La junta de gobierno de la UMA la nombró doctora honoris causa. En 1984 regresó a España, tras ser operada de cataratas en la clínica ginebrina de Beaulieu, y en 1987 se constituyó en Vélez-Málaga la fundación que lleva su nombre. En 1988 se le concede el Premio Cervantes, siendo la primera mujer en conseguirlo. Murió el 6 de febrero de 1991.

       María Zambrano había nacido el 22 de abril de 1904 en Vélez-Málaga (Málaga), hija de Blas José Zambrano y Araceli Alarcón, ambos maestros en la escuela secundaria de Vélez-Málaga, además de destacados defensores de la izquierda socialista. En 1908 la familia se trasladó a Madrid, pero en 1909 marcharon a Segovia, donde su padre había ganado una cátedra en la Escuela Normal de Magisterio. Fue presidente de la Agrupación Socialista Obrera y entabló una fuerte amistad con Antonio Machado, con quien colaboró en la fundación de la Universidad Popular. En 1921 volvió a Madrid para estudiar Filosofía como alumna libre en la Universidad Central de Madrid. Fue en esa época cuando empezó a relacionarse con los grandes escritores y pensadores de su época como León Felipe, a quien conoció en Segovia, Federico García Lorca o Rosa Chacel en Madrid. Asistió a las clases de Ortega y Gasset y Zubiri, dos de sus reconocidos maestros, ejerciendo como profesora en esta universidad desde 1931 a1936. Formó parte de la tertulia de la Revista de Occidente y asumió un papel de mediadora entre Ortega y escritores más jóvenes como Sánchez Barbudo y Maravall. En esa época entró en contacto con la tertulia «Pombo», en torno a Gómez de la Serna, y frecuentó a la artista Maruja Mallo, con quien visitó a Valle-Inclán en La Granja del Henar. María Zambrano fue una de las pocas mujeres que, junto a Rosa Chacel, Maruja Mallo y María Teresa León, figuraron en los círculos intelectuales masculinos con voz propia.

Lo que hizo María Zambrano es pensar el saber, afirma Jesús Moreno Sanz y continúa: Se ocupó de las mismas cuestiones que trató Heidegger, pero desde otra perspectiva: el tema del origen, la relación entre el crepúsculo y la aurora, los ‘claros del bosque’… Su obra es la intersección donde se juntan dos mares, el de las tradiciones anteriores a la filosofía y el de la tradición filosófica propiamente dicha. O, de manera más simple, lo suyo es mezclar íntimamente la inteligencia con la sensibilidad.[5]

       Fue una mujer valiente cuando se trataba de romper convencionalismos y vivió fascinada por la verdad y por sus múltiples maneras de manifestarse. Lectora compulsiva, frecuentó lo mismo a Nietzsche que a Ibn Arabí. Escribió sobre Antígona y Edipo, sobre Cervantes y Galdós, sobre San Juan de la Cruz y Miguel de Molinos, sobre Velázquez, sobre tantos y tantos otros. Su obra recorrió los ámbitos más diversos, pero toda ella está marcada por un mismo afán: el de atrapar esa verdad que persigue la filosofía, pero atraparla de tal manera que no perdiera su profundo asidero con la vida, al igual que propusiera el raciovitalismo de Ortega y Gasset.

      Cuando María Zambrano regresa a España en 1984, a la edad de 80 años, el panorama cultural en España era muy diferente al de la posguerra. Durante esas décadas la cultura local se sostuvo a través de personalidades muy señeras. En Málaga, en concreto, destacaba la poeta María Victoria Atencia y, desde un principio, como no podía ser de otra manera, por su origen común y sus vinculaciones temáticas en el orden de la metafísica, la autora estuvo vinculada al proceso de regreso y recepción de la filósofa.     

      Esposa del editor y poeta, Rafael León que,  bajo el auspicio de personalidades como Bernabé Fernández-Canivell, editaba la revista Caracola, que funcionó durante  23 años, desde el 1 de noviembre de 1952 hasta abril de 1980,  fecha en la que apareció el último número (279), poseía una consolidada trayectoria poética y era un referente ineludible de la cultura local y nacional.  Como afirma Mª Jesús Pérez Ortiz:

En “Caracola”, orgullo de Málaga, están presentes las voces más resonantes de Andalucía: Alberti, Cernuda, Aleixandre, Prados, Machado, Altolaguirre…Ese meridiano lírico pasa siempre por Andalucía. Y Juan Ramón Jiménez, desde Puerto Rico asiduo colaborador hasta su muerte, fue pasaporte hacia la revisión de nuestros valores más puros. Porque la poesía es una de las cosas que más identifican al hombre con su verdad[6]

        María Victoria, que perteneció a la Fundación María Zambrano desde su creación en Vélez Málaga,  formó parte del reducido grupo de escritores y escritoras que la recibió cuando llega a Madrid el 20 de noviembre de 1984 a las 14:55 en el vuelo 575 de Iberia acompañada de Jesús Moreno Sanz. Antes de descender de la nave  fueron a su encuentro con un ramo de rosas rojas José Tomero, primo hermano de la ensayista, y Jaime Salinas, dos de las seis personas que compusieron, por expresa voluntad, el comité de recepción. Un aluvión de periodistas reflejó este hecho mediático así como la asistencia de personalidades y autoridades de primer orden.

       En 1984, María Victoria Atencia era ya una personalidad importante en el panorama literario español. Ese año publica Ex libris (Visor, 1984), decisivo para afianzar su consagración que ese mismo año reforzarán Compás binario (“Hiperión”, 1984) y Paulina o el libro de las aguas. Ex Libris es una  ocasional colección de sus libros centrales junto a una breve muestra de sus primeras entregas y un corto avance de las que preparaba por entonces, constituyendo así una primera publicación de su obra “casi completa”. Vicente Aleixandre abría sus páginas con Unas palabras reveladoras y escribió su prólogo y su presentación Guillermo Carnero.

       Ya Aleixandre había dicho de ella:

Siempre recuerdo aquellas espumas blancas de las que parecía ella surgir en el primer día de nuestro conocimiento. Una adolescente delicada pero irradiante  que parecía sonreír desde un futuro prometedor. Es que algo se le anunciaba: el nacimiento de un resplandor y de una oscuridad al mismo tiempo, entre los que ella encerraría y revelaría la significación de la vida, con una palabra inconfundible y Guillén la “bautizó” con una apodo singular: ¡Ah, María Victoria Serenísima!. 

      También en 1984 publica Paulina o el libro de las aguas (Trieste, 1984), enteramente formada por momentos vividos o recordados en Italia. Todas las situaciones del libro son situaciones de Paulina (Paolina, princesa Borghese, hermana de Napoleón Bonaparte), a quien María Victoria propondrá: Salta del lecho, caiga tu diadema, huye al prado.

       En 1986 aparece una nueva publicación, Glorieta de Guillén (Col. Puerta del Mar, Diputación de Málaga). En esa Glorieta, ensanche del Paseo de la Farola de Málaga, está el busto de Jorge Guillén, descubierto en un acto inolvidable: la acogida del poeta por parte del Ayuntamiento de Málaga como Hijo Adoptivo de la Ciudad, petición de la que María Victoria Atencia fue la primera firmante y al que el poeta asistió, en su noventa aniversario, desde la terraza de la casa de María Victoria frente a la que se alza ese busto.

       En este orden de cosas se publica un breve poemario, Trances de Nuestra Señora (“Hiperión” 1986) con prólogo de María Zambrano que fue traducido a numerosos idiomas. El término “trances” está dicho aquí (contradiciendo el uso anterior de esa voz por María Victoria) en el sentido de ‘raptos’ o de ‘gozos’ o de ‘arrobos’, por emplear una voz propia de nuestra tradición mística. Hay quien opina que no es un libro religioso (como tampoco lo fue Marta & María, a pesar de su título) sino una memoria donde la autora revela sus experiencias de doncella, de prometida, de esposa, de gestante, de madre, con el pretexto y la ocasión de esas situaciones en María. Es una transpersonalización más, una nueva “cautela”, como San Juan de la Cruz titulaba uno de sus escritos.

       El prólogo que María Zambrano da por título El reposo de la luz, ha sido reeditado en numerosas ocasiones dada la trascendencia de sus palabras que reflejan el hondo conocimiento que María tenia de la obra de MVA. María Zambrano afirma contundentemente en el primer párrafo: “La perfección, sin historia, sin angustia, sin sombra de duda, es el ámbito –no ya el signo sino el ámbito- de toda la poesía que yo conozco de María Victoria Atencia”.

      La poeta ha afirmado recientemente que “María Zambrano me iluminó con su magnífico prólogo El reposo de la luz” y alude a sus conversaciones telefónicas en el verano de 1988 estando en Vélez-Málaga[7]. María Zambrano muestra en el texto frases tan profundas como que:

A veces es preciso que estalle el corazón del mundo      para alcanzar una vida más alta, ha dicho Hegel,  y en esta poesía sucede que estalla el corazón del universo. El corazón divino, para dar a luz una vida indeleble.

       La relación de amistad y admiración mutua entre María Victoria Atencia y María Zambrano queda atestiguada por la propia poeta que en la entrevista telefónica que pude realizarle el 2 de noviembre de 2022 afirma[8]: “

Fui a recibirla al aeropuerto junto con unos profesores de Madrid dado que yo formaba parte de la asociación de aquí que estábamos esperando a María, así la ví por primera vez y luego fui a visitarla varias veces a su casa”.

       Sin embargo al requerirle alguna foto de ellas dos juntas María Victoria afirma que tiene muchas pero que ninguna puede ser publicada dado que pertenecen al ámbito privado de María, lo que refleja el profundo respeto que le profesó  en vida y después de su muerte. Respecto a la personalidad de la autora veleña afirma que en su conversación, a pesar de su avanzada edad, “se veía su grandeza de ella en todo”.

       Pero no solo su relación se redujo al ámbito privado sino que María Victoria tradujo toda la poesía que en ese momento se recopiló de la filósofa en una publicación y, posteriormente, salió a la luz un libro de su autoría sobre la poética de María Zambrano. Obviamente la poeta malagueña asistió a la ceremonia de entrega del Premio Cervantes en 1988 a la filósofa veleña, aunque Zambrano no sería testigo, dado su fallecimiento en 1991, de los numerosos reconocimientos la obra de  Atencia ha obtenido como el XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2018.

       Y es que hay muchos puntos de unión entre ambas autoras. Como afirma Sebastián Gámez Millán:

No hay duda de que la principal aportación filosófica de María Zambrano es la razón poética. Pero aclarar en qué consiste esta es algo más complicado. Ni ella ni, hasta donde he leído, sus numerosos intérpretes, la han definido de forma precisa. Zambrano parte de que la vida necesita expresarse; expresarse para ser escuchada, para verse, en definitiva, para ser. Descubrir, por medio de la creación, ya sea literaria, ya sea pictórica o de cualquier otra manifestación artística, el secreto y comunicarlo; en esto consiste la razón poética, que se emplea para expresar lo que no se puede decir de otro modo, y que no se revela antes del ejercicio de creación, sino de manera simultánea o posterior.[9]

      Esta temática es recurrente en su obra pero, sin duda, es en su libro Filosofía y poesía (1939), uno de sus obras más importantes, donde aborda el tema directamente con antecedentes como su artículo Por qué se escribe, en Pensamiento y poesía en la vida española (1939) y, más adelante, en Claros del bosque (1977), en el que vuelve a retomar esta temática, obra en parte dedicada a Heidegger, autor que abordó en numerosas ocasiones la simbiosis y el paralelismo entre poesía y filosofía[10]. La autora veleña afirma en su magnífica obra Filosofía y poesía:

De no tener vuelo el poeta, no habría poesía, no habría palabra. Toda palabra requiere un alejamiento de la realidad a la que se refiere; toda palabra es también, una liberación de quien la dice. Quien habla aunque sea de las apariencias, no es del todo esclavo; quien habla, aunque sea de la más abigarrada multiplicidad, ya ha alcanzado alguna suerte de unidad, pues que embebido en el puro pasmo, prendido a lo que cambia y fluye, no acertaría a decir nada, aunque este decir sea un cantar

   A modo de epílogo podemos afirmar que hay dos pilares esenciales, aunque no los únicos, evidentemente, en la obra de María Zambrano: la mística y la relación entre filosofía y poesía, dos cuestiones claramente presentes en el corpus poético de María Victoria Atencia, una autora de profunda raíz metafísica. Ambos denominadores comunes unen a estas dos laureadas personalidades de la cultura y las convierten en emblemas paralelos que proyectan a Málaga en el mundo. La amistad  entre ambas disolvió los límites de sus respectivos ámbitos.


[1] https://elpais.com/diario/1983/07/09/cultura/426549606_850215.html (consulta 20/10/2022)

[2] Gámez Millán, S. 100 filósofos y pensadores españoles y latinoamericanos. Fosbury Books. Madrid, 2016

[3] N. de la A. :  Jesús Moreno Sanz es el editor de De la aurora, recientemente rescatada en Tabla Rasa, y autor de una excelente antología, La razón en la sombra, que publicó Siruela.

[4] José Luís Aranguren, en su artículo La palabra de María Zambrano (Homenaje a María Zambrano. Cuadernos Hispanoamericanos, nº 413, 1984), afirma que: Los nombres de María Zambrano y de José Ángel Valente están, para mí, estrechamente unidos y José Ángel es, creo, sin merma alguna de su significación sustantiva y de su valía, el más gran discípulo de María

[5] https://elpais.com/diario/2004/04/23/cultura/1082671203_850215.html

[6] https://www.alhama.com/digital/myblog/palabra-tiempo/11117-ecos-de-caracola-a-rafael-leon-singular-referente-de-la-cultura-malaguena. Consulta 01/11/2022.

[7] Atencia, M.V. Semilla del antiguo testamento, Fundación CEM, 2020.

[8] García Haro, I. Entrevista telefónica. (02/11/2022)

[9] Gámez Millán,  Sebastián: María Zambrano: de la razón poética a la cívico-política.  (2019)

[10] Uriarte Montero, L. Heidegger y la Poesía como manifestación de la Verdad. A Parte Rei. Revista de Filosofía, 2018.

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