VICENTE ALEIXANDRE: EL POETA DE LA TOTALIDAD

PAU GARCÍA-20150524-WA0022

I.- LA INFANCIA EN MÁLAGA DE UN POETA UNIVERSAL Y SU ETERNA VINCULACIÓN A LA CIUDAD.

Vicente Aleixandre, segundo hijo de D. Cirilo Aleixandre Ballester y de Dña. Elvira Merlo García de Pruneda, nació en Sevilla el 26 de abril de 1898. Fue bautizado en la catedral hispalense dos días después donde se le impusieron los nombres de Vicente, Pío, Marcelino y Cirilo[1]. Su padre era ingeniero de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces y fue destinado a Málaga dos años más tarde donde se instalaron en el nº 6 de la calle Carlos Haes, hoy Calle Córdoba nº 4, que sigue siendo un sólido edificio. Allí pasó el poeta sus primeros años hasta que en 1909 se traslada con su familia a Madrid.

La coincidencia con Emilio Prados en el colegio de don Buenaventura Barranco Bosch, un profesor de aspecto severo pero con un talante bondadoso, en calle Granada, marcó sin duda su eterna vinculación con Málaga. Todas las mañanas recogía a Emilio en la puerta de su casa y esa amistad con el compañero al que Vicente llamaba niño de ojos reidores y pelo negrísimo, sería el germen de ese contacto, no solo sentimental sino también del ámbito poético, que el autor tendría con la ciudad y que culminaría con el libro Sombra del Paraíso del que afirmará que es el libro mío que, más especialmente que ninguno, yo debo a Málaga. Sin esta ciudad, sin esta ribera andaluza donde transcurrió toda mi niñez que por tantas razones bien puede llamarse Mediterráneo, no hubiera existido, o no hubiera por lo menos accedido hasta el natural cuerpo que hoy ostento.[2]

Esa unión con Málaga se acrecienta, sin lugar a dudas, cuando, en 1925, sumido en un retiro voluntario y aquejado por una dolencia renal, abandona su actividad docente como profesor de derecho Mercantil de la madrileña Escuela Superior de Comercio, retiro del que saldrá esporádicamente para tener cada vez más contacto con la joven generación de poetas que se está consolidando y en la que se integra de pleno derecho: la Generación del 27. En marzo de ese mismo año colabora con su poema Reloj, con la revista poética de vanguardia Litoral que, en 1926, habían iniciado precisamente dos malagueños, Emilio Prados, su amigo de la infancia, y Manuel Altolaguirre, instaurando ya lo que sería una constante a lo largo de su vida pues parte de la obra de Vicente Aleixandre fue editada en Málaga.

Más tarde la amistad con los poetas de la generación de los 50 selló esa relación con la ciudad. Como afirma el poeta no sé exactamente en cual de mis estancias conocí a María Victoria. Sé que me la presentó Rafael y que una tarde inolvidable. Estuvimos en Torremolinos, el primitivo y verdaderamente marino. En aquellos años hice varios viajes a Málaga con cortas pero intensas estancias, siempre con los cuidados de Bernabé y Quintín y siempre con la compañía inolvidable de Alfonso.

Mas tarde M.ª Victoria Atencia nos habla de su relación con Aleixandre y del poema Ciudad del Paraíso (1939-1943) :

El poema de Aleixandre nos trajo el descubrimiento de Málaga como ciudad en la poesía. El poema lo dice todo. El poema se evoca a él mismo. Después de lo que en él se dice, todo lo demás es obvio. Dejó dichas una serie de cosas con tanta hermosura que después era imposible decir algo más. Aunque se han escrito más cosas sobre Málaga, su caso es excepcional, no lo podemos mejorar ninguno. Ese gran poema y Vicente describieron muy bien a Málaga como paraíso. Es el paraíso de su infancia. El recuerdo de la infancia vivida como un paraíso. Como niño, para él esta ciudad era la gloria. También habla de ella en sus memorias cuando se acuerda de la calle Larios o de cuando iba al colegio con su amigo Emilio Prados. Era su paraíso, y es que Málaga es realmente un paraíso. Para los malagueños debe serlo, y para los extranjeros sólo hay que figurarse todo lo que es cuando se ponen al sol. A veces, he llegado en un avión y he visto cómo los centroeuropeos se bajaban en mangas cortas como locos.[3]

Efectivamente este poema, que reproducimos a continuación, incluido en el libro Sombra del Paraíso (1944), describe su inequívoca querencia por Málaga, al igual muchos otros, como el dedicado a Bernabé Fernández Canivell: Impresor del Paraíso.

CIUDAD DEL PARAÍSO

A mi ciudad de Málaga

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria, antes de hundirte para siempre en las olas amantes.

Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.

Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
mecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.

Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.
Allí, donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores, en brillos.

Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso de una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la luna eterna que instantánea transcurre.

Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un Dios emergiste.
Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.

Jardines, flores. Mar alentando como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!

Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.
Píe desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.



Vicente Aleixandre

En definitiva podemos afirmar que Vicente Aleixandre, al igual que otros artistas universales como Picasso, nutrió sus sentidos en nuestra ciudad durante los años que residió en Málaga en su infancia, la convirtió en pensamiento idealizado y, mediante la palabra y el eco de esas vivencias, ha convertido a Málaga en una ciudad para la eternidad.

II.- LA POESÍA DE VICENTE ALEIXANDRE: LA PASIÓN DEL CONOCIMIENTO.

Ciertamente no pudo Vicente Aleixandre elegir mejor lugar donde iniciar su biografía y sus primeros pasos poéticos que se encaminarían hacia un aventura progresivamente dirigida, cada vez con mayor voluntariedad y conciencia, hacia el conocimiento. Él mismo afirma en 1950 la pasión del conocimiento (y deberíamos poder añadir: de la justicia) está ínsita en el artista completo…Fuente de amor, fuente de conocimiento, fuente de descubrimiento; fuente de verdad, fuente de consuelo; fuente de esperanza, fuente de sed, fuente de vida. Si alguna vez la poesía no es eso, no es nada.[4]

Esta potencialidad de la poesía como una actividad hacia el conocimiento puede ser comprendida, por lo menos, bajo dos conceptos diferentes y aparentemente dispares: por un lado esa disposición de la poesía hacia una función de índole cognoscitiva y el segundo la necesidad del poeta de la fragmentación de la realidad para su dimensión total.[5]

Pero hay otro modo de asumir la noción de conocimiento del poeta que es, coincidiendo también con Miguel de Unamuno, acercarse a su hermano gemelo, el filósofo y así, según Aleixandre, intentará someter a examen poético el problema mismo del conocer y la validez de sus conquistas. Tal y como indica el profesor José Olivio Jiménez, ..si toda gran poesía es una aspiración a la verdad profunda, no todos los poetas se han propuesto vigilar e iluminar, con cierta objetividad y desde el verso mismo, los procedimientos y resultados de esa aspiración. Y este es el caso de Vicente Aleixandre quien, además de haber sido fiel a aquel entendimiento de la poesía como ejercicio de conocimiento ha llegado, en el tramo último de su obra, a hacer de este riguroso problema -el del conocimiento- uno de los temas centrales y orgánicos de su quehacer literario.[6]

Vicente Aleixandre es un poeta cósmico y solo en el alcance justo de esa valoración  podemos revisar y enfrentarnos a obra como Ámbito (1928), Pasión de la tierra (1928-29) o La destrucción o el amor (1932-33). Conocer, haber continuado conociendo y haber continuado contemplando este conocimiento trascendido en sabiduría es la labor última de Vicente Aleixandre en obras como Poemas de la Consumación (1968) y Diálogos del Conocimiento (1974). Así lo entendió la Academia Sueca cuando el 6 de Octubre de 1977 le concede el Premio Nobel de Literatura por una obra de creación poética innovadora que ilustra la condición del hombre en el cosmos y en nuestra sociedad actual, a la par que representa la gran renovación, en la época de entreguerras, de las tradiciones de la poesía española.

III.- POEMA RETRATO (ÁMBITO): DE LOS SENTIDOS AL PENSAMIENTO Y LA PALABRA.

En este panorama de búsqueda, Vicente Aleixandre establece un proceso desde los sentidos al pensamiento y, desde este, a la palabra que se ve claramente descrito en el poema Retrato (Ámbito):

RETRATO:

A.R.S.

Este muchacho ha visto

la esencia de las cosas,

una tarde, entre sus manos,

concretarse.

Presión de aquellos dedos

enrojecidos, de diamante,

al apretar la blanda

ilusión de la materia.

Hay en su yema sangre

y linfa de un camino

secreto que se abre

arriba, en la alta torre,

abierto a libre aire.

Sus ojos copian tierra

y viento y agua, que devuelven,

precisos, campo al reflejarse.

Su lengua -sal y carne-

dice y calla.

La frase se dilata,

en ámbito se expande

y cierra ya el sentido, allá en lo alto

-terraza de su frente-,

sobre el vivaz paisaje.

En estos versos se anuncia que Ámbito es el libro de la lucidez y si quien lo escribió ha concebido siempre el conocimiento bajo una especie de pasión era lógico que el poeta de la totalidad, que iba definiéndose en él, necesitase una ruptura respecto a aquellas normas iniciales en cuanto a temática y estructura de sus primeros pasos poéticos, para dar rienda suelta a su potencial creativo y elevar sus vivencias, temáticas y consideraciones al exponente de lo universal.

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BIBLIOGRAFÍA:

  • ALEJANDRO DUQUE AMUSCO “VICENTE ALEIXANDRE: POESÍAS COMPLETAS” VISOR LIBROS, MADRID,2001
  • ALEJANDRO DUQUE AMUSCO “VICENTE ALEIXANDRE: PROSAS COMPLETAS” VISOR LIBROS, MADRID, 2002
  • ALEJANDRO DUQUE AMUSCO “VICENTE ALEIXANDRE: NOMBRE ESCONDIDO”. EDIT. RENACIMIENTO. SEVILLA, 2009

[1] Gómez Yebra, A. Estudios sobre el 27. Edit. Sarriá, Málaga, 2000

[2] “Prólogo” A Poemas Paradisíacos,  Colección El arroyo de los Ángeles, Málaga 1952.

[3] Diario El Mundo, 2017

[4] Obras completas de Vicente Aleixandre, 2ª edic. (Madrid, Aguilar, 1977)

[5] Olivio Jiménez, José´. Vicente Aleixandre: una aventura hacia el conocimiento. Edit. Renacimiento, Sevilla,1998.

[6] Idem ant.

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